miércoles, 6 de enero de 2010

Insólito: ¿El ‘Chino Rivera puede ver el futuro?

Insólito: ¿El ‘Chino Rivera puede ver el futuro?
11:47 | Una de las anécdotas inéditas comentadas por Daniel Peredo. En una de ellas, Víctor Rivera predijo su primer título con la Universidad San Martín

Por Daniel Peredo

I
En marzo de 1986 Alianza Lima decidió concluir el contrato de Jaime Duarte luego de una década de notable desempeño. En una carroza de la funeraria Agustín Merino, le dejaron en casa la carta que agradecía sus servicios.

Según los dirigentes, los motivos eran económicos, aunque en realidad lo sacaron los más jóvenes del plantel que no lo aceptaban por querer imponer disciplina. Conocida la noticia, Roberto Chale, técnico del San Agustín y quien había convocado a Duarte para el repechaje de México 86 ante Chile, conversó con el presidente del equipo santo, el padre Cesáreo Fernández de las Cuevas.

Le recomendó la contratación del defensor. El sacerdote fue a buscar a Duarte a su domicilio. Jaime escuchó el ofrecimiento, despidió respetuosamente al padre y se fue al club AELU donde entrenaba para mantenerse en forma. Allí encontró a su compadre John Nagahata y comentó la reunión.

—Me fueron a ver del San Agustín, yo no puedo jugar en ese club de m… hasta sus camisetas son horribles. Les voy a pedir tanta plata que me van a decir que es imposible.

Duarte planteó pretensiones de dinero inalcanzables para un equipo chico que acababa de ascender. Sin embargo, al día siguiente, el padre Fernández, otra vez, tocaba su puerta. Tenía en manos un cheque con la cantidad solicitada. No tuvo otra que aceptar. Jaime Duarte jugó toda la temporada en el San Agustín, fue figura, le ganó dos finales a Alianza y logró un histórico título. Aunque hoy se arrepiente de haber tenido una actitud tan soberbia con el club que le dio otra oportunidad.

II
El sábado 26 de mayo del 2007, el equipo de la Universidad de San Martín de Porres aterrizó en el Cusco. Al día siguiente enfrentaba a Cienciano y de ganar lograba el Apertura con dos fechas por jugarse. En el desayuno del domingo, el técnico Víctor Rivera comentó a sus asistentes que había soñado con la victoria.

—Lo vi clarito, ganamos en el final con gol de Leguizamón.

El partido se inició con dominio de Cienciano. El arquero Butrón fue el mejor del primer tiempo. Tras el descanso, a los 11’, el goleador Hernán Rengifo aprovechó un error de Huertas y adelantó a los santos. La alegría duró poco. Dos minutos después empató González Vigil. A partir de ese momento, la universidad intentó manejar el balón y controlar el resultado, pero Leguizamón perdía demasiados balones. El uruguayo sintió la altura y estaba cansado. El preparador físico Claudio Arrué se acercó a Rivera y recomendó sustituirlo.

—No da más, explicó. El “Chino” sentía que no debía cambiarlo. El sueño estaba presente. Tenía el presentimiento de que se iba a hacer realidad e insistió tercamente con Leguizamón a pesar de su falta de respuestas.

En el banco, todos lo miraron extrañados cuando sacó a Ryan Salazar, Rengifo y Pedrito García. Restaban 8 minutos y San Martín generó un contragolpe. Montes desbordó por un costado y sacó un centro al área. Leguizamón, que esperaba, quiso controlar la pelota, le rebotó torpemente, descolocó a ‘Chiquito’ Flores y lentamente ingresó al arco cusqueño. Rivera tenía razón. Se volvió loco gritando el gol soñado.

—Yo había soñado una jugada en pared que Leguizamón definía, esto fue un ‘blooper’ pero igual vale un campeonato.

Desde ese día, Víctor Rivera les hace caso a sus sueños. Total, no cuestan nada. Y algunos se hacen realidad.

III
Para el segundo torneo Regional de 1990, Fernando Cuéllar llegó a dirigir Universitario en reemplazo de Juan Carlos Oblitas. El ‘Gato’ había sido capitán muchos años y era un técnico identificado con el club. En uno de sus primeros entrenamientos en el Lolo Fernández dispuso un partido de práctica para evaluar un posible once.

Tomó los chalecos y comenzó a entregar a los titulares. Sin embargo, sin percatarse repartió 12 chalecos. Los jugadores se dieron cuenta, se miraron entre ellos, pero nadie se animó a decir algo. El DT mandó al calentamiento, dispuso los suplentes y ordenó a su asistente Luis Bolaños preparar el inicio. El delantero Jesús ‘Chucho’ Torrealba, uno de los más experimentados y que tenía llegada con el técnico, decidió interrumpir.

—‘Gato’ no te has dado cuenta, somos 12. Cuéllar se sorprendió, contó mentalmente y respondió.
—Sí son 12 —¿Qué hacemos?, consultó “Chucho”.
—Ya, tú no juegas negro sapo.

Con el equipo B también completo, Torrealba se quedó sin lugar. El “Gato” le pegó de punta y para arriba. Como en sus mejores tiempos.

Fuente: El Comercio

No hay comentarios:

Publicar un comentario