miércoles, 6 de enero de 2010

Una vez la ‘U’ perdió por culpa de un gato negro

Una vez la ‘U’ perdió por culpa de un gato negro
8:56 | Para ganar en el fútbol vale todo. Daniel Peredo nos da algunos ejemplos de las veces en que lo sobrenatural vence a lo deportivo

Por Daniel Peredo

I
Descentralizado 1993. Defensor Lima cumplía una opaca campaña y al técnico José Chiarella no se le ocurrió mejor idea que convocar un brujo a la concentración del hotel Armendáriz en Miraflores. Llegó el chamán y reunió al plantel en una habitación. Bajó las luces y comenzó con su terapia para relajar:

— Vamos muchachos: soltemos el cuerpo, soltemos los músculos, soltemos los glúteos Francesco Manassero no soportó la risa. El brujo se molestó y lo sacó del cuarto.

— Yo no creo en estas hue… , comentó el jugador y se marchó sonriendo. Semanas después, Defensor enfrentó a San Agustín en el estadio Nacional.

En el vestuario, antes del partido, Chiarella sacó de una carterita de cuero que siempre llevaba, un frasco con un brebaje de fuerte olor. “Es para alejar los malos espíritus” El entrenador fue echando el preparado en las manos de sus futbolistas exigiéndoles que lo frotaran por el cuerpo hasta que evapore. En una esquina del camarín, Manassero se vendaba cuando llegó su turno. — Francesco dame tus manos

— Profe, eso huele horrible, ya le dije que no creo en brujerías Chiarella se ofendió y reaccionó mal. Le tiró un chorro del misterioso líquido en el pecho. Manassero no se quedó atrás y le lanzó un chimpún.

Los compañeros tuvieron que intervenir para que el incidente no fuera a mayores, aunque fue difícil callar a Chiarella:

— No me voy a olvidar esto, que tus compañeros sepan que si nos vamos al descenso es por tu culpa, por no sacar los malos espíritus, gritaba.

San Agustín ganó 2-1, Manassero no volvió a jugar y Defensor salvó la categoría. Al año siguiente, con Chiarella, el equipo bajó a segunda y, ahora está a punto de desaparecer.

II
Sábado 26 de julio 2008. Inicio del clausura. Universidad San Martín golea 3-0 al Áncash y vuelve a su concentración en Santa Anita. A mitad de semana jugaban con Cristal por la segunda fecha. Después de la merienda, el técnico Víctor Rivera llamó a su auto a Cristian Cueva el más joven del plantel y quien esa tarde jugó veinte minutos en reemplazo de Quinteros.

— Hijo, anda descansa, mañana que entrenan los que no jugaron, te quiero temprano acá, voy a darte más minutos el miércoles para la bolsa.

Cueva lo escuchó sin mirarlo a los ojos

— Okey profe, murmuró y se fue.

El domingo, Cueva nunca apareció. El jefe de equipo Martín Rodríguez llamó a todos los teléfonos que tenía del jugador, y de sus familiares en Lima, y nadie contestó. El lunes Cueva llegó a entrenar y Rodríguez lo llevó al vestuario del técnico. El volante, nervioso, justificó su falta: “enfermó” a un familiar. Rivera lo mandó cambiarse.

— Cuando decidas contarme la verdad, búscame.

No pasaron ni cinco minutos y Cueva apareció llorando en la habitación del DT.

— Profe discúlpeme, me fui a Trujillo a un campeonato de fulbito por Fiestas Patrias, confesó, según un miembro del comando técnico.

El “Chino” lo dejó entrenar pero lo sacó de la lista de concentrados y lo bajó a su categoría. Por la tarde, llegó al club un diario trujillano que informaba sobre la presencia de Cueva en esa ciudad. La noticia destacaba al futbolista como el mejor jugador de fulbito y merecedor del premio principal un toro de 500 kilos que entregó a su familia en Huamachuco. Cueva pasó tiempo con los juveniles antes de regresar al primer equipo con la lección bien aprendida. Hoy, es uno de los mejores sub 20 del campeonato.

III
En 1985 Universitario enfrentaba a Municipal por el torneo Metropolitano. Antes de salir de la concentración del Lolo Fernández, el técnico crema Marcos Calderón recibe una llamada de los utileros que se habían adelantado con la indumentaria al estadio Nacional.

— Marcos, el vestuario está regado de sal y hay dos gatos negros colgados del techo.

Calderón enfureció y lanzó insultos contra César Cubilla el entrenador paraguayo de Muni, tal vez el más cabulero de esos tiempos.

— No entremos a ese camarín, esta salado, tienen que meterse al otro vestuario carajo.

La utilería no pudo cambiar de lugar porque estaba designado para los ediles. Cuando el plantel de la “U” llegó al estadio Marcos ordenó que los jugadores se cambiaran en el pasadizo de calentamiento y fue a buscar a Cubilla a increparle por lo sucedido.

Siempre haces estas cosas h…crees que así me vas a ganar, gritaba con su vozarrón.

Lo cierto es que la situación sacó del partido a Universitario que durante ese torneo no le pudo ganar al Municipal del “Cabezón” Cubilla. Perdió los dos partidos 3-2 y 2-1. Para Marcos, las cábalas del paraguayo tenían mucho que ver.

Fuente: El Comercio

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